Está
a punto de aparecer nuevo libro de poemas.
Lo
he titulado “Donde reside la herida”. Esa herida como proceso abierto, como un algo
que está pendiente, que está siendo, esa sensación de incompletitud que es la
vida misma con todos sus altibajos, frente al OLVIDO que sería algo ya
concluido.
Por
eso estos versos se refieren a las aristas pero también a las finas curvas que
conforman la vida: la identidad, el triunfo sobre la enfermedad, el paso del
tiempo, el primer placer del día, la vida contemplativa, la necesidad del otro
para reafirmarnos, la pérdida de la juventud contra la que nadie puede hacer
nada, la soledad impuesta o buscada, los momentos tan efímeros como intensos.
Y
cómo no dedicarles unos poemas a esos dos estados que todo lo embadurnan de
plenitud y de vacío. Sí, hablo del amor y de su contrario. ¿Es que hay algo que
nos haga sentir más vivos o más desalentados que el amor y el desamor? Ellos
presiden nuestra estancia, nuestro trayecto vital. Precipitarse, evocarlos, gozarlos
o padecerlos es lo que nos hace descaradamente humanos.
Hasta
muy pronto.