El pasado a veces se presenta de forma
impecable,
como un enjambre de serpientes danzantes
aferradas a las venas.
Hay puertas que se entreabren y, si te asomas,
te engullen.
Antes, tragos de ron insaciables.
Ahora, pausadas infusiones de afecto.
Antes, lujuriosa inocencia en los cristales.
Ahora, templar las armas por un rato
y dejar de perfilar suspicacias.
Yo era de las que cosía mariposas en tiempos injustificables,
en idílicos regazos, una vez inaugurado el amor.
Y, ahora, por mi parte, callar.
Guardar silencio en los parámetros
de esta espesura.
no, por favor, no te calles...
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