Ansiaba yo encontrar una palabra nueva, de ámbar y oliendo a sándalo.
Hacerla encajar entre mis interrogantes, mis admiraciones, los verbos de mañana... Incluirla en el sujeto que elegí como amante de aquel predicado.
Cavilarla, barnizar su fragilidad y convertirla en la reina de mi escrito.
Darle vida con tinta de color turquesa en mi papel satinado.
Gozarla, como si fuera piel...
Quisiera que fuese una palabra grandiosa en su significado, conveniente, que me inyectara unos gramos de locura e insensatez.
Que cupiese en cualquier rincón y naciera de la comisura de los labios...
Que fuese el principio o el final de una canción.
Buscaba una palabra íntegra y honrada. Avariciosa de existir...
Impoluta y tórrida, honda y vivaz.
Que evocase un plural...
Que sonara bien y tuviera que ver con el corazón.
Y para eso, sólo hay una posible y todos la conocéis: CONTIGO.
"DESDE QUE TÚ APARECISTE...", "EL HILO QUE NOS UNE", "VERSOS DE CENIZA Y SAL", "CARICIAS Y BATALLAS", "DE CUENTOS Y OTRAS BREVERÍAS", "DONDE RESIDE LA HERIDA", "ESTE EMPEÑO DE VIVIR"
jueves, 21 de julio de 2011
sábado, 2 de julio de 2011
Lo prohibido (sensaciones).
Más allá de las normas establecidas, bulle otro mundo, más atractivo por ignorado.
Esa atracción comienza en el mismo instante en que decides transgredir la primera norma y pasas a la acción, ejecutas.
Sientes cómo lo prohibido te arrastra, se te enreda en los cabellos.
Se te va colando ese cosquilleo morboso por los antebrazos, las ingles, por todos los órganos de tu cuerpo más allá de la piel...
Te asomas con sigilo. Miras de soslayo.
La mente se aviva, se aguzan la vista y el oído hasta límites animales.
Aguantas la respiración mientras recorre tu mente un “¡me van a pillar!”.
Pensarlo, te excitas más…
Un desasosiego extraordinario te invade.
A escondidas, incumples.
En secreto, profanas.
Sin vacilaciones. Arriesgando adrenalina.
Sabiendo.
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